"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
En la buena dirección
Inclusión
Por José Manuel González Huesa, director de “cermi.es semanal” y director general de Servimedia
01/09/2013
Su nombramiento ha causado sorpresa y más de un titular. Ella lo ha asumido con naturalidad, con sencillez. Una excepción que algún día puede dejar de llamar la atención. Ángela Bachiller se ha convertido en la primera concejal con síndrome de Down. Un acto de normalidad, como defienden las asociaciones que velan por los derechos de las personas con discapacidad.
Su nombre se incluyó en las listas electorales del PP para el Ayuntamiento de Valladolid. Ocupaba el número 18 y se quedó a las puertas del consistorio. Ahora, como consecuencia de la dimisión del concejal Jesús García Galván, imputado en una causa judicial, Ángela ocupará su puesto (no hay mal que por bien no venga).
Esta auxiliar administrativa, trabaja desde hace años en el Área de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valladolid, donde se encuentra "muy integrada" con el resto de los trabajadores. El alcalde de la ciudad, Javier León de la Riva, defiende ahora con orgullo que la entrada de Ángela Bachiller en el equipo de gobierno municipal demuestra que su inclusión en la lista electoral no fue un "adorno", ni se utilizó su caso como "reclamo publicitario".
Su carácter abierto y su actividad constante, como las clases de inglés y de piano, hacen de Ángela una persona muy luchadora y comprometida con todo lo que hace. Su incorporación como concejal es un paso más en la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad. Muchas veces las limitaciones está más en la sociedad que en las personas.
Ángela incluso puede propiciar un efecto positivo para avanzar en la normalización y para animar a las familias a trabajar con sus hijos y alcanzar su integración plena. Se puede decir que para el sector de la discapacidad es un ejemplo de inclusión, de esfuerzo y de superación… Y eso que no le gusta la política, pero ella quería demostrar su valía, que la sociedad se diera cuenta de que las personas con discapacidad “pueden con todo, tenemos mucha fuerza de voluntad. Otros compañeros pueden hacerlo. Hay que luchar por el empleo y por la educación”.
Una situación excepcional que debería ser algo habitual, en un sistema de representación y participación que continúa excluyendo a las personas con discapacidad, sobre todo si tienen una discapacidad intelectual. Vivimos en un mundo de contradicciones, Ángela Bachiller asume una responsabilidad política, mientras la legislación electoral no permite ejercer el derecho de sufragio a otras personas con discapacidad, un sistema que viola los derechos humanos y excluye su participación.
Hay que reformar la ley electoral para que ninguna persona con discapacidad pueda verse apartada en unas elecciones. Algún día el nombre de Ángela Bachiller quedará en el olvido, lo cotidiano no resultará sorprendente. El sueño pasará a ser realidad.